jueves, 25 de noviembre de 2010

Realismo

El Realismo, es un movimiento que intenta plasmar objetivamente la realidad. Se extiende a todos los campos de la creación humana aunque tuvo una importancia especial en la literatura. En el caso concreto de las artes plásticas, el realismo consigue la máxima expresión en Francia, casi exactamente, en la mitad del siglo XIX.
El realismo es un término confuso y de muy difícil definición en lo que respecta a las artes plásticas; en general, sólo alude a una cierta actitud del artista frente a la realidad, en la que la plasmación de ésta no tiene que ser necesariamente copia o imitación, aunque sí ajustarse a una cierta visión generalizada.
El objetivo del Realismo era conseguir representar el mundo del momento de una manera verídica, objetiva e imparcial. Por lo tanto, el Realismo no puede idealizar. El manifiesto se basaba en lo siguiente:
  • La única fuente de inspiración en el arte es la realidad.
  • No admite ningún tipo de belleza preconcebida. La única belleza válida es la que suministra la realidad, y el artista lo que debe hacer es reproducir esta realidad sin embellecerla.
  • Cada ser u objeto tiene su belleza peculiar, que es la que debe descubrir el artista.

Belisario pidiendo limosna

Belisario pidiendo limosna es un cuadro del pintor neoclásico francés Jacques-Louis David. Cuando el pintor regresó de Italia expuso esta obra en el Salón de 1781. Se trata de un óleo sobre lienzo de gran formato (312 × 288 cm) que se inscribe dentro de la pintura de historia, un género revitalizado tras la muerte de Luis XIV.
La obra nos muestra a Belisario, héroe del Imperio bizantino, al comandante en jefe que, bajo las órdenes de Justiniano I, derrotó a los vándalos en África del Norte. Posteriormente, el emperador lo hizo cegar. El Belisario de David nos muestra a un héroe caído, viejo y ciego, mendigando en la calle en compañía de un joven niño mientras que uno de sus antiguos soldados, con gran asombro, reconoce al viejo. Este tema ya fue utilizado por Pierre Peyron. Solamente unos personajes están presentes, la escena queda poco sometida al efecto dramático de su historia. Y es por ello que la obra tendría un gran éxito.
El tema de la piedad es omnipresente en la obra, toca a los tres personajes considerados más «débiles»: la mujer, el niño y el viejo que encarna la imagen de Pietà. Las manos de los tres personajes, tendidas horizontalmente conducen a esta idea de debilidad, de necesidad de ayuda y caridad. Mientras que el soldado, en segundo plano, tiene las manos levantadas verticalmente, lo que señala su asombro. Las tres edades representadas difunden una idea de la gloria humana y del naufragio de la vejez.
El decorado es muy «anticuario», por la arquitectura sobria, austera y abrumadora que levanta detrás del belvedere la dureza de la condición de este último, muestra una voluntad por parte del artista de asociar con el estilo griego sus temas heroicos para trasladarlo en la época del artista. En efecto, es por temas de virtudes cogidos de la antigüedad que el «verdadero estilo», más tarde llamado «neoclásico», difunde su arte, rechazando así las frivolidades de la corte real de Luis XVI. Sin embargo, en la misma composición de la obra de David, el fondo del cuadro, que yuxtapone varios planes a rococó, no clasifica completamente esta obra del lado del neoclasicismo. Este lado neoclásico se reencuentra sobre todo en las ideas que transmite: el revolucionario ofrece una meditación sobre el heroísmo moral en la adversidad.

Las Sabinas

El Rapto de las sabinas es un episodio mitológico que describe el secuestro de mujeres de la tribu de los sabinos por los fundadores de Roma.
Según la leyenda, en la Roma de los primeros tiempos había muy pocas mujeres. Para solucionar esto, Rómulo, su fundador y primer rey, organizó unas pruebas deportivas en honor del dios Neptuno, a las que invitó a los pueblos vecinos. Acudieron varios de ellos, pero los de una población, la Sabinia, eran especialmente voluntariosos y fueron a Roma con sus mujeres e hijos y precedidos por su rey.
Comenzó el espectáculo de los juegos y, a una señal, cada romano raptó a una mujer, y luego echaron a los hombres. Los romanos intentaron aplacar a las mujeres convenciéndolas de que sólo lo hicieron porque querían que fuesen sus esposas, y que ellas no podían menos que sentirse orgullosas de pasar a formar parte de un pueblo que había sido elegido por los dioses. Las sabinas pusieron un requisito a la hora de contraer matrimonio: en el hogar, ellas sólo se ocuparían del telar, sin verse obligadas a realizar otros trabajos domésticos, y se erigirían como las que gobernaban en la casa.
Años más tarde, los sabinos, enfadados por el doble ultraje de traición y de rapto de sus mujeres, atacaron a los romanos, a los que fueron acorralando en el Capitolio. Para lograr penetrar en esta zona, contaron con la traición de una romana, Tarpeya, quien les franqueó la entrada a cambio de aquello que llevasen en los brazos, refiriéndose a los brazaletes. Viendo con desprecio la traición de la romana a su propio pueblo, aceptaron el trato, pero, en lugar de darle joyas, la mataron aplastándola con sus pesados escudos. La zona donde, según la leyenda, tuvo lugar tal asesinato, recibió el nombre de Roca Tarpeya, desde la que se arrojaba a los convictos de traición.
Cuando se iban a enfrentar en lo que parecía ser la batalla final, las sabinas se interpusieron entre ambos ejércitos combatientes para que dejasen de matarse porque, razonaron, si ganaban los romanos, perdían a sus padres y hermanos, y si ganaban los sabinos, perdían a sus maridos e hijos. Las sabinas lograron hacerlos entrar en razón y finalmente se celebró un banquete para festejar la reconciliación. El rey de Sabinia Tito Tácio y Rómulo formaron una diarquía en Roma hasta la muerte de Tito.
El libro "El Ocho" hace referencia a esta pintura de forma tácita, donde explica la supuesta elaboración del cuadro por el artista retratando en ella a las dos protagonistas Mireille y Valentine. Valentine es la mujer que se interpome entre los romanos y los sabinos, y Mireille es la mujer que esta en el suelo.

Francisco Goya (1746-1828)



Francisco de Goya y Lucientes (Fuendetodos, Zaragoza, 30 de marzo de 1746 – Burdeos, Francia, 15 de abril de 1828) fue un pintor y grabador español. Su obra abarca la pintura de caballete y mural, el grabado y el dibujo. En todas estas facetas desarrolló un estilo que inaugura el Romanticismo. El arte goyesco supone, asimismo, el comienzo de la Pintura contemporánea, y se considera precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX.
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del barroco tardío y las estampas devotas, viaja a Italia en 1770, donde traba contacto con el incipiente neoclasicismo, que adopta cuando marcha a Madrid a mediados de esa década, junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor de cartones para los tapices de la manufactura real de Santa Bárbara. El magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía Mengs, y el pintor español más reputado era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Una grave enfermedad que le aqueja en 1793 le lleva a acercarse a una pintura más creativa y original, que expresa temáticas menos amables que los modelos que había pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata, a los que él mismo denomina de capricho e invención, inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética romántica.
Además, su obra refleja el convulso periodo histórico en que vive, particularmente la Guerra de la Independencia, de la que la serie de estampas de Los desastres de la guerra es casi un reportaje moderno de las atrocidades cometidas y componen una visión exenta de heroísmo donde las víctimas son siempre los individuos de cualquier clase y condición.

Gran popularidad tiene su Maja desnuda, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada. De comienzos del siglo XIX datan también otros retratos que emprenden el camino hacia el nuevo arte burgués. Al final del conflicto hispano-francés pinta dos grandes cuadros a propósito de los sucesos del levantamiento del dos de mayo de 1808, que sientan un precedente tanto estético como temático para el cuadro de historia, que no solo comenta sucesos próximos a la realidad que vive el artista, sino que alcanza un mensaje universal.
Pero su obra culminante es la serie de pinturas al óleo sobre el muro seco con que decoró su casa de campo (la Quinta del Sordo), las Pinturas negras. En ellas Goya anticipa la pintura contemporánea y los variados movimientos de vanguardia que marcarían el siglo XX.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

La muerte de Séneca

«La muerte de Séneca», cuadro por Manuel Domínguez y Sánchez
El año 3 de la Era Cristiana nació en Córdoba el pensador que había de ser asombro de su época y admiración del mundo: Lucio Séneca, que pasó a Roma llevado por su padre, conocedor de las extraordinarias dotes de entendimiento del mozo cordobés. En efecto, como filósofo, como orador y como poeta, Séneca se hizo venerar por el Imperio, cuyos Soberanos le colmaron de honores y riquezas. No por eso se vio libre de enemigos y de persecuciones, llegando hasta verse condenado a muerte por Claudio y librándose aquella vez del suplicio porque se hizo creer al Emperador que Séneca estaba herido de muerte por una enfermedad traidora e incurable. Fue desterrado a Córcega, donde concibió no pocos de sus admirados libros. Tornó a la gracia imperial, y fue el maestro de Nerón, que alardeaba de verdadera adoración por el ilustre pensador. Su influencia, primero sobre Agripina y después sobre Nerón, fue grande; pero el sanguinario déspota que hizo matar a su madre, no había de reservar mejores sentimientos para el maestro, y con pretexto de que Séneca había estado de acuerdo con Pisón en un complot, ordenó su muerte.
El filósofo pidió al Centurión que le comunicó el mandato tiempo para dictar su testamento, y como se le negase, decidió darse él mismo la muerte, para lo cual se abrió las venas, y como tardase en expirar, se metió en un baño y bebió una disolución de cicuta mientras, sereno, se despedía de sus discípulos y de su esposa, que también quiso morir con él, pero sin lograrlo.
Se dice que Séneca estuvo en correspondencia con San Pablo, y aunque sus últimas palabras fueron para ofrecer su sacrificio a Júpiter, no faltan historiadores que dicen que Séneca murió convertido al cristianismo.
El insigne pintor Domínguez trazó con feliz éxito el cuadro que representa la muerte de Séneca, que figuró en la Exposición de Madrid de 1871, alcanzando medalla de oro, y que hoy reproducimos para recreo de nuestros lectores.

Neoclasicismo

Jacques-Louis David (1748-1825)
Formado en la escuela de Boucher, uno de los pintores rococós más afamados, es becado en 1774 por la Academia francesa para completar sus estudios en la ciudad de Roma. Allí  se convertirá al neoclasicismo y permanecerá muchos años pintando, entre otros, el cuadro que analizaremos a continuación o también La muerte de Sócrates (1787).En estos cuadros refleja episodios del pasado grecorromano donde aparecen personajes que dieron su vida por defender sus ideas, ejemplos morales de civismo que se enfrentan con estoicismo a un destino injusto.

                                                  David. La muerte de Sócrates, 1787.


De vuelta en París tomó parte activa en el Revolución comenzada a partir de 1789. Asistió al plante de la Asamblea Nacional y lo dejó plasmado propagandísticamente en su cuadro El Juramento del Juego de Pelota (1791). Como diputado jacobino será uno de los que condene a muerte a Luis XVI. Una de sus obras más inspiradas de estos momentos será  La muerte de Marat (1793), homenaje al  amigo y "mártir de la Revolución". En este caso, representa al asesinado con gran sencillez e idealización. La luz tenebrista y la postura del difundo recuerdan imágenes religiosas escultóricas, en concreto, el Cristo de la Piedad de Miguel Ángel, con lo que David dota a Marat de un halo casi místico.
                                          David. La muerte de Marat, 1793.


Con la caída de Robespierre será encarcelado durante seis meses, lo que aprovechará para iniciar  Las Sabinas (1795-99), que evoca la lealtad de su mujer durante estos años y el deseo de reconciliación para los franceses. El sentido heróico sigue presente años después cuando en 1814 compone Leónidas y los lacedemonios en las Termópilas para conmemorar a los héroes muertos en la guerra.
David. Las Sabinas, 1795-99.


EL CUADRO EL JURAMENTO DE LOS HORACIOS

El juramento de los Horacios fue elaborado en Roma y presentado en el Salón de 1785, bajo el reinado de Luis XVI. Obtuvo un gran éxito y posteriormente fue considerado como el manifiesto del neoclasicismo pictórico.
  1. El tema. Describe un pasaje de la antigua República romana narrado por Tito Livio en Ab urbe condita. Los tres hermanos Horacios se conjuran ante su padre para luchar por Roma hasta la muerte, si fuera necesario, en su duelo que tendrán contra los tres hermanos Curiaceos de Alba Longa. La actitud marcial y arrogante de los personajes masculinos contrasta con el recogimiento y abatimiento del grupo de mujeres y niños, que premonizan lo que va a suceder. Esta oposición acentúa el dramatismo que ya de por sí tiene el acto del juramento.

  1. Finalidad. David no pretendía tratar simplemente el hecho histórico sino transmitir un mensaje patriótico. Era una obra moralizante en la que quería exaltar el deber que tenían los ciudadanos de sacrificarse por su país. Aunque el lienzo no pretendía apoyar la conspiración contra la autoridad del Estado -como demuestra el hecho de que fuera el propio rey Luis XVI quien encargó el cuadro-, en la atmósfera tensa de los años anteriores a la Revolución  su contenido fue interpretado en este sentido.
  • Características artísticas.
  1. 1. Escena idealizada. Los personajes con sus actitudes transmiten artificialidad y teatralidad. De hecho, el tema además de en la obra de Tito Livio también se basaba en un obra de teatro de 1640, Horace de Pierre Cornielle. Drama truculento que impulsa a la gesticulación, tal y como actuaban los actores de la época. Pese a todo no trasmite emoción, porque sus personajes contienen con frialdad los sentimientos.
  1. 2. Sobriedad. La habitación carece de decoración, sólo unas columnas toscanas enmarcan la escena. Los trajes son simples, sin aditamentos especiales. No buscan mostrar lujo, sino sencillez y austeridad, valores de aquellos hombres que hicieron grande a Roma.
  1. 3. Dibujo y escultura. Prescinde del aura vaporosa y esfumada que tanto complacía a la pintura rococó coetánea. La pincelada es pulida, evitando que se note. Las figuras se delimitan dibujísticamente. Tanto hombres como mujeres se asemejan a estatuas o mejor, dado el carácter triangular de la composición, a relieves de frontones. Con los dibujos que acompañan estas líneas, que le sirvieron de bocetos, se puede comprender la técnica del pintor.
  2. 4. La luz. El tenebrismo de Caravaggio está presente en la obra al utilizar la luz de claraboya e iluminar selectivamente la escena. La luz también sirve para proyectar sombras alargadas sobre el suelo, que sirven para crear junto con la cuadrícula de las baldosas el efecto de profundidad. La luz es fría, lo que da

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Arte Barroco

El Barroco fue un periodo de la historia en la cultura occidental que produjo obras en el campo de la literatura, la escultura, la pintura, la arquitectura, la danza y la música, y que abarca desde el año 1600 hasta el año 1750 aproximadamente. Se suele situar entre el Renacimiento y el Neoclásico, en una época en la cual la Iglesia Católica europea tuvo que reaccionar contra muchos movimientos revolucionarios culturales que produjeron una nueva ciencia y una religión disidente dentro del propio catolicismo dominante: la Reforma protestante.
Como estilo artístico el barroco surgió a principios del siglo XVII y de Italia se irradió hacia la mayor parte de Europa. Durante mucho tiempo (siglos XVIII y XIX) el término barroco tuvo un sentido peyorativo, con el significado de recargado, desmesurado e irracional, hasta que posteriormente fue revalorizado a fines de siglo XIX por Jacob Burckhardt y luego por Benedetto Croce y Eugenio d'Ors.
La palabra barroco fue inventada por críticos posteriores, más que por los practicantes de las artes en el siglo XVII y principios de siglo XVIII, es decir, los artistas que plasmaban dicho estilo. Proviene de la palabra portuguesa "barroco" (en español sería "barrueco"), que significa "perla de forma irregular", o "joya falsa". Una palabra antigua similar, "barlocco" o "brillocco", es usada en el dialecto romano con el mismo sentido. También se le llama "barro-coco". Todas ellas significan lo mismo. Otro interpretación lo deriva del sustantivo "Baroco", usado en tono sarcástico y polémico para indicar un modo de razonar artificioso y pedante. En ambos casos el término expresa el concepto de artificio confuso e impuro, de engaño, de capricho de la naturaleza, de extravagancia del pensamiento.
El término "barroco" fue después usado con un sentido despectivo, para subrayar el exceso de énfasis y abundancia de ornamentación, a diferencia de la racionalidad más clara y sobria de la Ilustración (siglo XVIII ). Fue finalmente rehabilitado en 1888 por el historiador alemán de arte Heinrich Wölfflin (1864-1945), quién identificó al Barroco como oponente al Renacimiento y como una clase diferente dentro del arte "elaborado".